ANTECEDENTES:
Hasta el periodo de Augusto los pueblos del norte peninsular habían mantenido escaso contacto con los romanos. A finales del siglo II a.c. Roma sometió a los celtiberos y los vaceos en el valle del Duero. Para Roma las tribus del norte eran un incordio que molestaba a las tribus de las nuevas tierras pacificadas, con las habituales incursiones de pillaje y saqueo tan comunes entre los indígenas peninsulares. Por otro lado se sospechaba la existencia de oro y minerales en el norte peninsular, muy necesarios para la economía depauperada de Roma, que acababa de salir de una guerra civil.
Las tribus al norte del Duero eran llamadas astures por los romanos, ya que el río principal de la región era el Astura (Esla).
Las causas principales del inicio de las guerras Cantabras fueron políticas. Augusto buscaba establecerse como un gobernante que trajera la paz a Roma, cerrando sus fronteras defensivas naturales (el norte peninsular era el ultimo paso en Hispania), demostrando a sus ciudadanos que también sabia vencer a los enemigos de Roma y no sólo en la guerra civil que acababa de concluir y finalmente la guerra era una herramienta de propaganda personal sobre su idoneidad como gobernante.
Augusto dirigió la campaña en persona entre los años 27 al 26 a.c. Los historiadores actuales opinan que la literatura de la época ensalzó y magnificó en demasía este conflicto, con el fin de favorecer a su gobernante supremo, pero no se debe menospreciar la capacidad de resistencia de los pueblos del norte, que de todas maneras, no era diferente de la del resto de tribus de Hispania.